Escuchar para entender
Observar a los demás, sus reacciones y su actitud ante los hechos constituye una de mis aficiones favoritas. Y encontrar soluciones para mejorarlas, otra. Forma parte de mi profesión escuchar atentamente las dudas y problemas de los demás, las solicitudes de ayuda para tomar una decisión, las penas y también, afortunadamente, las alegrías.
Hoy que la ansiedad está tan presente en nuestras vidas, me doy cuenta de hasta qué punto puede estar su origen en esa diferencia entre lo que somos y lo que creemos que debemos ser. Ese malestar no manifiesto, ese sentirse incómodo dentro de uno mismo por pensar, casi siempre equivocadamente, que no se da la talla, hace que vivamos en un ambiente de crispación e insatisfacción constante que se extiende como una epidemia y acaba afectándonos a todos.
A menudo, tras una tranquila conversación en un ambiente relajado, mi interlocutor se va acomodando hasta ajustar su espalda al respaldo del sillón y va abriendo los brazos sin que formen barrera. Y a continuación fluyen fácilmente las palabras para encontrar solución a lo que poco antes le preocupaba. Me doy cuenta de lo fácil que es ayudar escuchando, hacerle llegar a decir en voz alta lo que quiere y lograr que escuche su respuesta y pueda tomar su propia decisión.
La escucha activa y su importancia
Viene esto a cuento de la poca importancia que se le da hoy al tiempo de escucha activa que dedicamos y nos dedicamos. Cierto es que el tiempo es un valor en alza y un bien escaso. Razón por la cual debemos emplearlo bien. Pero no hay que olvidar que aquel tiempo dedicado a interesarnos de verdad por todo aquello que de algún modo es importante contribuye sin duda a mejorar nuestra vida y la de los demás. Y cada uno desde su parcela puede ayudar a reducir el índice de ansiedad que nos invade.
No sintonizar, tener lenguajes distintos, callar demasiado, no atender lo suficiente, son algunas de las causas de falta de comunicación que nos acarrean no pocos problemas de relación.
Observando a nuestro alrededor podemos concluir que existe un aire de crispación en las familias y en la sociedad en general que se traduce en una comunicación confusa y escasa. El acaloramiento ante alguna corrección, tanto por parte de quien la hace como del que la recibe, impide que el resultado sea útil. Y algunas veces resulta complicado transmitir lo que queremos.
No sintonizar, tener lenguajes distintos, callar demasiado, no atender lo suficiente, son algunas de las causas de falta de comunicación que nos acarrean no pocos problemas de relación.
Cuando en ocasiones presenciamos por unos minutos una tertulia televisada, es fácil ver como alguno e los participantes toma notas mientras otro habla.
Las prisas, la escucha solo con los oídos, la falta de atención, el cansancio, son algunas de las causas que nos conducen a situaciones de incomunicación que va a ser difícil recuperar.
Se adivina, por lo que a continuación expresa, que lo que estaba anotando era su respuesta a lo que aquel opinaba. Con lo cual, su atención y su pensamiento no estaban allí,sino dentro de sí mismo preparando lo que iba a exponer después. Y de ese modo se ha perdido todo el lenguaje no verbal que acompaña a las palabras de quien estaba hablando; sus gestos, su mirada, la inflexión de su voz y parte del mensaje que trató de transmitir. Se ha perdido también poder reflexionar mejor antes de adherirse o disentir con lo que ha escuchado. Y su información está incompleta.
Las prisas, la escucha solo con los oídos, la falta de atención, el cansancio, son algunas de las causas que nos conducen a situaciones de incomunicación que va a ser difícil recuperar. Es frecuente pensar “tenía que habérselo dicho de otro modo”…
Al escribir cuidamos mejor las palabras para expresar una idea, pensamos solo en la persona a quien van dirigidas, tratamos de ser lo más claros posibles…
Escribir para transmitir
Y existe ese “otro modo” de decir las cosas asegurándonos que vamos a transmitir exactamente lo que queremos. Escribirlo, sencillamente. Porque al escribir cuidamos mejor las palabras para expresar una idea, pensamos solo en la persona a quien van dirigidas, tratamos de ser lo más claros posibles (de otro modo no tendría sentido escribirlo) y nos aseguramos que por unos minutos, los que dure su lectura, nada más que nuestro mensaje estará recibiendo su atención.
Ese es otro modo de escuchar. Cuando a través de la vista tenemos acceso al estado emocional de quien escribe, escuchamos sus emociones y nos ponemos en su lugar.
Una situación que se da con frecuencia en las familias con hijos adolescentes es el enfrentamiento verbal entre estos y los padres cuando hay asuntos (horarios, salidas, dinero, estudios) en los que se dan opiniones enfrentadas. No pocas veces se corta el diálogo con un grito o un portazo. Y recomponer esa actitud tiene un coste emociona para ambas partes que puede deteriorar la relación.
Cuando los padres o los propios chicos me describen un episodio así, siempre aconsejo recurrir a “la carta” porque acaba dando resultado. En ella cabe primero una reflexión de lo que se quiere decir. Cosa que no hacemos si estamos discutiendo. Y a medida se va escribiendo, se van clarificando las ideas y encontrando posibles acercamientos, pactos y medias soluciones.
A veces hasta se encuentra lugar para la disculpa que cara a cara cuesta más pedir. Y se comprueba que, a medida se escribe, se está más dispuesto a manifestar cómo se siente uno. Qué cosas son las que realmente le han molestado. Y cuál es la actitud que cree debe adoptar.
De este modo se pasa a hablar en primera persona (yo en lugar de tú) desapareciendo así la sensación de culpa atribuida al otro. Punto importante para continuar la conversación que se interrumpió . Y que se aplazará hasta recibir “la carta” de respuesta.
No hace falta decir que el método funciona a cualquier nivel. No solo en familia.
Me ha gustado el artículo. Desde mi punto de vista se trata, con diferemtes herramientes -en este caso la escucha activa-, reconocer en su integralildad a la otra persona. En nuestro caso, en Gipuzkoa, estamos desarrollando una ambiciosa estrategia territorial de promoción de las competencias socio-emocionales (http://www.emozioak.net)
Estamos de acuerdo, Joseba. Os felicito por la iniciativa.